sábado, 3 de junio de 2017

¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO?

Llevo varios días planteándome qué es lo que estamos haciendo en las aulas, qué está pasando entre nuestros pequeños y pequeñas, mas concretamente en mi grupo, que a diario estoy viendo faltas de respeto y poco compañerismo entre ellos. Hay momentos en los que parece que se les ha olvidado todo lo que llevamos trabajando sobre la cohesión de grupo durante tres años y eso me llega al alma. ¿Para qué tanta insistencia en el aprendizaje de contenidos si lo que verdaderamente importa, como es la adquisición de valores y  habilidades sociales para su incorporación en la sociedad en la que viven, no lo tienen adquirido?

Los conflictos es algo inherente al ser humano, pero la forma de afrontarlos depende muchísimo de los modelos y enseñanzas que hayamos vivido. En una convivencia positiva en grupo es indispensable el respeto mutuo, el reconocimiento del otro como parte integrante del mismo y, sobre todo, el saber ponernos en el lugar de la otra persona, es decir, practicar la empatía. Para que está convivencia de sus frutos, tenemos que vivir en el aula momentos para la reflexión, para hablar de cómo nos estamos sintiendo, para establecer lazos que nos unan y podamos ayudarnos los unos de los otros. Y en esos espacios tiene una papel fundamental el docente, parte integrante de la vida en grupo, que participa como uno más, exponiendo cómo se siente, cómo esta viviendo esta vida en grupo, y que gestiona este espacio de reflexión.

No es fácil crear un grupo cohesionado y fuerte emocionalmente, pero si que está en nuestro quehacer docente la responsabilidad de saber gestionar esta vida en grupo y que adquieran valores fundamentales para su futura inserción en una sociedad democrática como en la que vivimos. 

Pero como anteriormente he mencionado, actuamos frente a los problemas dependiendo mucho de los modelos y enseñanzas que hayamos vivido. Ante esto pienso y creo firmemente que los claustros deben ser espacios para la reflexión conjunta de todos los que participamos en la vida del centro, en los que debemos tomar decisiones compartidas para gestionar toda estas cuestiones emocionales y sociales que estamos viviendo cada día en la escuela. No sólo educamos entre las cuatro paredes de nuestras aulas, sino que el centro es un espacio compartido en el que todo el alumnado es responsabilidad de todos.

Una de las prácticas muy positivas para gestionar la convivencia que llevamos a cabo en nuestro colegio son las asambleas de aula y de centro, dónde exponen sus inquietudes y problemas sobre la vida en el centro para ser debatidos y expuestos al equipo directivo y ver de qué manera pueden ser solucionados entre todos. Dejamos aquellas asambleas dónde sólo se gestionaba la organización diaria o hablábamos de lo que habíamos hecho en el fin de semana, para dar paso a otras asambleas más estructuradas, donde se sigue un orden del día, existe un moderador/a que da los turnos de palabra y un secretario/a junto con la delegada de clase que toman nota de todo para elevarlo a la asamblea de delegados y delegadas de centro. Pero para que esta actividad sea efectiva, el alumnado tiene que ver sus frutos y el profesorado tiene que ir unido en esta toma de decisiones.

Diálogo, toma de decisiones compartida, establecimiento de normas aceptadas por el grupo, espacios de reflexión, ...todas estas cuestiones creo que son fundamentales tanto a nivel de alumnado como de profesorado para que la convivencia en el centro sea positiva y enriquecedora para todos los que participamos en ella. 

Pienso firmemente que como docentes tenemos encomendada la labor fundamental de crear en nuestro alumnado las habilidades para gestionar de la manera correcta sus conflictos y de formar a sujetos emocionalmente estables y fuertes, pero esto no se hace de un día a otro, ni sólo. Este camino es complicado pero acompañados de las familias y del profesorado del centro será mucho más fácil.

"Con tu quiero y mi puedo vamos juntos compañero" 
Mario Benedetti


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